Aumenta la concienciación por los productos naturales

Se sabe desde hace mucho tiempo que los péptidos de colágeno tienen un efecto beneficioso para la salud de las personas. Hace casi diez siglos, la abadesa y erudita Hildegard von Bingen ya estudiaba extractos de tejidos animales y había reconocido su uso como remedio para problemas de las articulaciones. En la cultura tradicional asiática, el colágeno se utiliza en cosmética ya que ayuda a mantener la piel joven y tersa y es efectivo contra el envejecimiento de la piel.

En Europa, los péptidos de colágeno se empezaron a fabricar industrialmente hacia el año 1947, pero inicialmente solo a pequeña escala. A principios de los años setenta, los péptidos de colágeno comenzaron a utilizarse en productos dietéticos como sustitutos de azúcares y grasas.

A finales de la década de los setenta, la demanda de péptidos de colágeno creció significativamente. La razón puede encontrarse en que en esa época empezaron a popularizarse las denominadas “dietas ricas en proteínas”. Los péptidos de colágeno se utilizaban como fuente de gran valor de proteínas animales necesarias en dietas de reducción de calorías.

Paralelamente, los péptidos de colágeno se convirtieron en un componente cada vez más popular de los productos cosméticos. También se extendió en esa época su uso como fuente de proteínas para varios alimentos.

Además, se había descubierto que añadiendo péptidos de colágeno a diversos productos de carne y embutidos podía reducirse su contenido en sal sin perder sabor.

A finales de los años setenta, cada vez había más información sobre el efecto positivo de los péptidos de colágeno en las articulaciones. En 1985 se llevaron a cabo los primeros estudios científicos en este área. Finalmente, se encontró también evidencia de un efecto positivo en la osteoartritis. En la actualidad, ésta se ha convertido en la mayor área de aplicación para los péptidos de colágeno en todo el mundo, junto con sus usos en el sector de la belleza.

Hoy en día los consumidores son más exigentes y están mejor informados que antes existiendo una creciente demanda de alimentos saludables y naturales.

La tendencia actual es de alimentos funcionales, porque además de su valor nutritivo inherente, también ofrecen valor añadido: por ejemplo, garantizan que se suministra al cuerpo una cantidad óptima de vitaminas, proteínas y fibra.

En este sentido, el interés se centra en el aporte de energía, huesos y articulaciones, corazón, alivio intestinal y relajación. 

Debido al progresivo envejecimiento de la población, en un futuro cercano habrá un dramático aumento en el número de trastornos de los huesos y las articulaciones. Los alimentos funcionales podrían ayudar a contrarrestar estos problemas de salud a través de la nutrición diaria.

Lo mismo para las señales externas del envejecimiento. Teniendo en cuenta que la población se esfuerza cada vez más por mantener una apariencia joven, en el futuro habrá un aumento significativo en la demanda de productos para el cuidado de la piel, el cabello y las uñas. El potencial de los péptidos diseñados para satisfacer estas necesidades aún no se ha agotado completamente.