Postre de limón con salsa de granada

Tiempo aproximado de preparación (sin incluir los tiempos de espera):

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Ingredientes para 4 porciones:

  • 4 hojas de gelatina blanca ó 6 g de gelatina en polvo. (Por favor síganse las instrucciones del fabricante.)
  • 100 g de queso cremoso 
  • 200 g de leche agria
  • 125 g de azúcar 
  • 75 ml + 1 cucharada de zumo de limón 
  • 150 g de nata
  • 2 cucharadas de sirope de vainilla 
  • 150 ml de zumo de granada 

Adicionalmente:

  • varias rodajas de limón como guarnición

Preparación:

  1. Remojar la gelatina en agua fría. Batir el queso cremoso, la leche agria y el azúcar con el accesorio de varillas de una batidora de mano hasta  que la mezcla esté suave. Añadir el zumo de limón sólo en este punto. 
  2. Escurrir la gelatina y disolverla a fuego lento. Añadir batiendo primero 3 ó 4 cucharadas de nata y luego añadir la mezcla de la gelatina a la nata restante. Enfriar durante unos 15 minutos hasta que la mezcla empiece a cuajar. 
  3. Batir la nata e incorporar a la mezcla del queso cremoso. Enfriar durante unas 2 horas. 
  4. Calentar 1 cucharada de sirope de vainilla. Hervir ligeramente a fuego lento rodajas de limón en el sirope y retirar. Añadir el resto de sirope de vainilla, zumo de limón y zumo de granada. Espesar ligeramente a fuego lento y luego dejar enfriar otra vez. 
  5. Utilizando 2 cucharas, extraer pequeños buñuelos de la crema. Decorar con gotitas de zumo de granada. Servir decorado con rodajas de limón. 

 

Consejo: Para reducir calorías, se puede utilizar también una variante de queso cremoso ligero (bajo en calorías).

 


Ahí se encuentran más informaciones para cocinar y cocer con gelatina.

 

Valores nutricionales por porción aproximadamente:

  • Calorías: 413
  • Julios: 1725
  • Proteínas: 6,3 g
  • Grasas: 19,8 g
  • Carbohidratos: 51,0 g

La granada – una auténtica bomba de vitaminas

Los antiguos babilonios ya apreciaban el valor de esta fruta roja y comían sus semillas antes de partir a la batalla para hacerse invencibles. La fuente de esta invencibilidad radica en la riqueza de nutrientes y vitaminas albergados en las perlas rojas de la granada. Potasio, hierro, flavonoides, vitamina C y multitud de otras vitaminas convierten a esta fruta ligeramente ácida en un placer para el paladar, a la vez que una bendición para la salud y la piel. Preparar esta fruta roja es, no obstante, todo un arte. Sólo quienes saben lo que están haciendo serán capaces de evitar que su cocina se convierta en un campo de batalla. Una posibilidad es extraer los granos con los dedos o con una cuchara. Sin embargo, al hacerlo, hay que asegurarse de que se elimina la corteza blanca con cuidado ya que contiene sustancias amargas. Un método alternativo es quitar primero el tallo y luego hacer un corte en la piel a lo largo de las cámaras. Después se desgrana la fruta sobre un cuenco. Aunque el mejor truco para evitar salpicaduras del zumo rojo es desgranar la granada en un cuenco lleno de agua. Las semillas se van al fondo del cuenco y las pieles y los tallos blanco quedarán flotando en la superficie. Las granadas se cultivaban originalmente en Asia central. En la actualidad, son también comunes en el Mediterráneo. La fruta madura se recoge entre septiembre y diciembre, una vez que la piel cambia su color de rojo amarillento a rojo oscuro. Lo inusual es que las granadas no siguen madurando una vez recogidas, como ocurre con los plátanos o las manzanas. Las semillas de las granadas tienen un sabor ácido y afrutado. Son un ingrediente perfecto para postres o ensaladas de fruta, en particular por su llamativo color rojo oscuro. Además, las semillas translúcidas añaden también un refrescante e interesante sabor a los platos contundentes. Originalmente se utilizaban en la cocina oriental; aquí, esta fruta se añade cada vez más a ensaladas verdes y guisos muy condimentados. Aparte de ofrecer un sabor único, estas semillas ácidas y afrutadas son también  beneficiosas para la piel. Esta fruta es rica en vitaminas y nutrientes, que, entre otras cosas, promueven la renovación celular. Por lo tanto no es de sorprender que la industria cosmética se aproveche de los agentes activos de la granada para sus productos. Los antioxidantes de la punica granatum, nombre en latín de esta fruta, trabajan para proteger a las células y favorecen el metabolismo celular. El aceite de semilla de granada es especialmente bueno para pieles irritadas y secas. El extracto de la fruta, por otra parte, trabaja para restaurar el equilibrio de la piel mixta, refinando los poros y ayudando a lograr un estado general de la piel más armonioso. Los flavonoides de la planta ayudan además a prevenir la irritación de la piel. Así, independientemente de si decides darle un gusto al paladar u obsequiar a tu piel con los valiosos constituyentes de la granada, ¡no te equivocarás!